sábado, 18 de septiembre de 2010

SUEÑO ( quince)

Parece que mi neblina interior empieza a disiparse de una vez por todas.
No recuerdo haber dormido tanto  tiempo seguido.

















Volvieron los Médicos a visitarme, para ver cómo estaba y después de una pequeña revisión, el diagnostico ha sido satisfactorio.
Solo tengo que tomar una pastilla a las comidas, por la cosa del mareo.





No sé que día es.

Salgo a la calle y percibo que debe ser por la tarde.
¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?
¿Y Sara?




Retorno a mi habitación, y allí está el sordo echándose la siesta.

Se alegra de verme, como si hubiese estado mil años ausente.



Me saca de dudas: hoy es domingo y Sara no viene hasta mañana.



Tengo un lio mental que no me aclaro, sé que tengo cosas pendientes por hacer, pero no  me acuerdo.



Me rugen tanto las tripas, que parece que tuviera una vaca mugiendo dentro, y el mudo que no es tan sordo me pasa unas galletas Reales (príncipe de Buquenbauer o algo así) rellenas de chocolate, que me entonar el cuerpo y el estomago.

Nunca me había sentado tan bien la Monarquía.




Veo la caja de cartón en la estantería, y  no sé si abrirla.

Tarde o temprano tendré que hacerlo, no puedo quedarme con la duda de saber que contiene.
Me doy cuenta que el precinto ha sido cortado y vuelto a poner de manera burda.

Dentro encuentro varias anotaciones que no entiendo, una carpeta con folios en blanco y varios libros.


Nada que haga referencia a mi pasado.




De repente me acuerdo de lo de la carrera de caracoles.

Y  le pregunto al mudo como van los preparativos.



Me cuesta un tanto hacerle entender sobre lo que le pregunto.

Intento con gestos que me comprenda, pero es imposible.

No me queda más solución que arrastrarme por el suelo como un caracol, y la verdad no es nada fácil imitar a un caracol, y menos sin babas para poder deslizarse.



Después de recorrerme lo más lento posible varios tramos de la habitación a ras de suelo, el de la cara pintada de blanco, me dice que ya sabe lo que le digo y se ríe para adentro abriendo la boca de  tal forma que se le ve hasta la campanilla, y haciendo cosas con el cuerpo como si le estuvieran dando espasmos.


Se levanta y  me deja con un palmo de narices (a ras de suelo, claro).



Y en un papel escribe. “ya se ha celebrado”.


Y medio cabreado  le pregunto si es que me entiende y sabe lo que le digo, ¿Por qué no utiliza el papel para responder?

Y escribe que todo el mundo da por sentado que no entiende nada porque no habla, que no habla porque nadie le pregunta nada y que no es persona de mucho dialogo.

Y añade que le gusta que le llamen Marcelo.

Con razón tenía Yo la duda que me estaba tomando el pelo.



Pues aclarado el entuerto.

Sobre un trozo de papel me pregunta por la “huelga “, y yo me quedo pensativo; ¿huelga, que huelga?


Debo estar peor de lo que pensaba, no me acuerdo de ninguna huelga.

Insiste en que lea el mensaje, y tardo un rato en descifrar el enigma.
No es “huelga, si no huerta “
Otra laguna mental, definitivamente estoy mucho mas mal de lo que pensaba.

Por cierto, tengo que sugerir a Marcelo que en lo sucesivo, escriba en mayúsculas, más que nada por no dar pie a malos entendidos, a lo que me contesta con un: vale, de acuerdo”, con su propia voz.




¡Si habla y todo!


Ya decía que se estaba riendo de Mí.








Suena la sirena que llama a la cena.

Tengo más hambre que un lobo estepario, y como estoy convaleciente, me ponen ración doble.
No se olvidan de la pastilla.

Yo no sé si  es por la copiosa cena, pero me entra una modorra, que las fuerzas me dan lo justo para llegar arrastrándome a la cama.
Mañana jueves, será otro día…… será martes………………?