Los engranajes de la maquina se van acoplando.
Hoy luce un tímido sol , que para mí parece que es de verano, pues he conseguido mi primer objetivo : LA CUCHARA.
Ni el Jefe Marcial, ni su Excelencia el Sr. Director se dieron cuenta de la maniobra de la hábil ocultación del utensilio por mi parte.
El primero porque, permanecía pegado a la pared y con esa cabecita tan pequeña como que debe tener el campo de visión limitado, a la vez que estaba deslumbrado , no por mi elocuencia , si no por la claridad que entraba por el ventanal .
He llegado a pensar, que su infancia la pasó en alguna parte de la selva Ecuatoriana con una tribu de jibaros, y que hacían experimentos con él mientras dormía.
En cuanto al S.E. el Señor Director, estaba de espaldas mirando el horizonte, por encima de la alambrada.
Es escamoteo fue tan rápido, dada mi habilidad felina, que en un abrir y cerrar de ojos, de la mesa pasó a la parte baja de mi espalda, entre la prenda intima y la parte redondeada de los glúteos, eso sí con el mango hacia arriba.
La segunda parte estaba en marcha, a la espera de resolución por parte del Sr Director, cosa que tiene visos de llegar a buen puerto.
No es que le haya ilusionado mi lúdica idea, si no que esta ya tenía antecedentes de hecho.
Cuando llegue a la Institución me pregunté porque solo era de hombres y un compañero que ya no está, (está en Portugal) me informó que las habían trasladado fuera del país, a un sitio llamado Móstoles.
Y allí, las mujeres, entre risas y tonterías les dio por hacer empanadillas y como tuvieron mucho éxito las empezaron a comercializar con el nombre de : “LA COCINERA LOCA “, y se están forrando (La Institución, claro).
Incluso les han dado un premio a la Mujer Emprendedora.
O sea que si sale bien mi proyecto, la base del relleno está garantizada.
Y como no tenía nada que hacer hasta la hora de la terapia de grupo, me dedique a trazar en la tierra lo que sería el futuro huerto.
Con un trozo de rama, comencé a dibujar en el suelo las parcelas:
Esta zona más soleada para los tomates.
Esta otra para las lechugas, calculando con agujeritos donde iba a plantar cada una.
Este sitio para……….. y de pronto me di cuenta que uno de los internos estaba siguiendo con curiosidad todo lo que hacía y mirando con detenimiento las marcas del suelo.
Y no pude que por menos llenarme de cólera, pues acababa de pisar la zona donde irían las lechugas.
“IDIOTA, NO HAS VISTO QUE ACABAS DE PISAR LAS LECHUGAS RECIEN PLANTADAS “.
El tipo doy un salto hacia atrás, con doble tirabuzón, quedándose a un par de metros de distancia.
Al oír los gritos, se acercaron varios curiosos, los que afearon la conducta del saltimbanqui, y se solidarizaron con migo por las perdidas.
Y como entre los presentes, estaba mi compañero de habitación, el de la cara pintada, le dije si no podía alejarme a la gente para poder planificar con tranquilidad, a lo que me contestó que sí , ( con la cabeza, que ya dije que es sordo ) , comenzó a vallar el perímetro con su cristal particular, aislándome de las miradas indiscretas.
El problema del terreno es que esta cerca de la valla electrificada, que en realidad son dos, separadas por unos metros.
Y lo peor de todo es que no sabemos cuál de las dos es la que lleva la corriente, y cosa curiosa es, que nadie se ha molestado en comprobarlo.
El recinto de la instalación es de forma rectangular, con unos muros de cemento bastante altos, salvo en esa parte.
No sé porque causa, no hicieron el cierre completo, quizás por falta de material, presupuesto o por desidia de los obreros: “MAÑANA LO ACABO, JO, ES QUE HOY ESTOY ABURRIDO”, el caso es que se quedó así, y paso el tiempo, y la cosa se olvidó.
Hasta que con la llegada de los primeros internos, los cuales desparecían misteriosamente no retomaron el asunto.
Al principio, los residente repararon en ello, pero nadie se atrevía a salir del contorno, pensando que el campo estaba minado o había metralletas automáticas a ras de tierra, hasta que una mañana, uno de ellos, bien pegado al muro y pasito a pasito, logro la libertad, lo que dio pie a una fuga masiva, pero la mayoría de ellos volvió a la hora de cenar.
A otro lo encontraron en Portugal, en un garito, se había hecho cantante de Fados, y allí le dejaron, no le repatriaron por no aguantarle todo el día dando el cante.
Por cierto sigo con el tema de la invisibilidad y el otro día me lleve una sorpresa y una decepción.
Pues estaba practicando el tema de la desmaterialización molecular aplicada a los rayos de luz (invisibilidad), cuando me di cuenta que mis manos habían desaparecido, como por arte de magia.
Creí que lo había conseguido, hasta que pasada media hora, me percaté que la chaqueta que llevaba puesta no era la mía, era cuatro tallas más grande.