lunes, 13 de septiembre de 2010

CRISIS (trece)

No puedo dormir.


La espera del amanecer se hace cada vez más pesada.

La cabeza me da vueltas, o yo doy mil vueltas en mi cabeza?, no lo sé.


De pared a pared, y vuelta a empezar.
Despacio, más despacio, más lento imposible.


Sentado en la cama intento poner los pies en el suelo, centrarme en algo, pero no lo consigo.

Soy  como la luz del cometa que entra por el ventano, se ve, se toca, está ahí, tan real como fugaz, tan irreal que parece parte de un sueño que solo existe en los rincones de mi interior.

¿No sé quien soy en realidad; Mr. Hyde, Alonso Q., los dos, ninguno?, o quizás una Matrioska hueca que alberga dos personas que se complementan .

No sé el tiempo que llevo metido entre cuatro paredes, rodeado de cuatro paredes, y  protegido por otras cuatro, ajeno el mundo exterior, encerrado dentro de mí mismo.


Que toda mi existencia anterior esté guardada en una caja de cartón me resulta paradójico, casi cómico.


Con lo fácil que sería ver su contenido y salir de dudas, pero tengo miedo.


Miedo a enfrentarme con mi pasado, con mi realidad.

Miedo a saber quién soy y dejar de ser lo que  ahora soy.

Miedo a conocer lo que hay  ahí fuera, fuera de mí  y de las paredes que me protegen de mis temores.



Quizás  me esté volviendo como los demás, felices en su estado, contento, sin pretensiones.

Domesticado, sin más.



Los cuadrados del suelo  se vuelven redondos y giran en espiral hacia el abismo.


Las paredes avanzan hacia mí.

El techo tiene grietas por donde se descuelgan mis miserias  y  me plantan cara.

Se colocan a mis espaldas y se ríen desde los huecos de la  oscuridad.



El sudor se convierte en espesa sangre, que cubre todo mi cuerpo, filtrándose por las grietas de los cuadros redondos del suelo, de donde salen raíces que sujetan fuertemente mis piernas, dejándome inmóvil.

Todo es de color rojo oscuro.



No puedo gritar.

Me ahogan los dedos de unas manos gigantes que no puedo ver, me tapan la boca.

Tengo que quitármelas de encima y lucho con el poco aliento que me queda
Agitación, convulsiones, desesperación.




Grito con todas mis fuerzas hasta que  todo queda en silencio y me dejo caer sobre los cuadrados cuadros bajo mis pies.



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